jueves, 17 de marzo de 2011

La mejor fabada no es siempre la más ejemplar, ¿o sí?.

He leído recientemente un libro que me parece muy interesante lo leas por donde lo leas, sobre todo porque lleva a la reflexión, al análisis y a la autocrítica, y pienso que estas tres cuestiones, nos son muy útiles para evolucionar y quitarnos de encima esos momentos de prepotencias, autoritarismos, egos ficticios y chulerías injustificadas.

Dice Javier Gomá en su libro que

El análisis del estado actual de la cultura muestra un general descontento o cansancio de la vida del hombre actual, libérrimo pero sin virtud y perezoso para recorrer el camino de la eticidad, así como una posición dramáticamente debilitada de la polis, que ha perdido la potestad (inseparable de toda república rectamente constituida y llamada a permanecer) de señalar el deber del ciudadano. Este descontento moral y cultural resume las dificultades del experimento democrático y su problemática sostenibilidad en las presentes condiciones, y patentiza la necesidad de recuperación por parte de la polis, de su función educativa y, por parte del ciudadano, de un programa de aprendizaje moral y sentimental de la libertad”.(p.74, Gomá,2009).



Podemos votar, podemos asociarnos, podemos estudiar, podemos formarnos, podemos ir de vacaciones, comprarnos cosas…..etc,etc…



Pero a la vez estamos cansad@s, decepcionado@s y saturad@s de cosas cotidianas que forman parte de nuestra vida social y laboral, a nivel local, regional o nacional. Pero sobre todo de aquello que conforma nuestro entorno más inmediato. Un ejemplo:



En una pequeña localidad, se convocan un concurso de cocina a la mejor fabada.



La convocatoria es pública, con servicio de notaría para dar fe de la legalidad, la coherencia y la ética del concurso.



Las bases estrictas en cuanto a:



- Límite de edad: mayores de 18 años y menores de 55 años.

- Ingredientes obligatorios del plato: todos de la tierra y nada precocinado.

- Hora de presentación: las 12 del mediodía del día del concurso.

El jurado está compuesto por representantes sociales, políticos y culturales de la localidad.

Llega el día del concurso. Se presentan 50 vecin@s.

Los miembros del jurado degustan los platos y deliberan durante una hora, entre sonrisas, risas, tertulias y buen ambiente. Toman una decisión –siempre bajo la atenta mirada del notario- y dan por finalizado el concurso

Los tres premios se reparten entre:

1. Secundino Fernández 25 años: primer premio. (un viaje a Canarias)

2. Saturnina González 57años: segundo premio. (una motocicleta)

3. Olegario Menéndez 45 años: tercer premio. (una vaca)

Curiosamente, entre el vecindario que asiste al concurso, se oye un murmullo de frases como estas:

Ya tamos otro año más con tongo, ¿no les dará vergüenza?”.


“!Qué vergüenza!, vaya a quién dan los premios”.


“Bueno ya sabes cómo ye esto, tan tos compraos”.


“Total qué se pue esperar, esto ye lo de siempre. Otru año no vengo”


“Aquí decide siempre el mismo, esto ya se sabía, ¡vaya paripé!”


“Bueno ya sabes esto lo amaguestan entre todos”.



Conclusiones y datos ad hoc de los ganadores del concurso de cocina:

Secundino Fernández de 25 años es el marido de la hija del alcalde y ya tienen resueltas las vacaciones. La fabada se la había hecho la mujer del alcalde, su suegra,-que la llevó a eso de las 13 horas- porque el chaval, que es mecánico de coches, de normal, no cocina.



Saturnina González, que sí cocina, pero tampoco “nada del otro mundo”, se pasa de la edad, por lo que no cumpliría con las bases del concurso. Pero resulta que es la presidenta de la Asociación de mujeres locales y además necesita la motocicleta para repartir los huevos de las gallinas, porque el ponedero le coge un poco lejos del pueblo.



Y, finalmente, a Olegario Menéndez le “pillaron” comprando fabada litoral el día anterior en el súper. Pero como es ganadero, ya había hablado con el notario para que este hablara con el alcalde, porque hacía poco se le había muerto una vaca y, se iba a ahorrar un buen dinero si le tocaba la del concurso. Olegario le regala todos los años unos cuantos kilos de carne al notario.



Por finalizar, y por cerrar el círculo que comenzó con la cita de Javier Gomá, en esta “polis” se advierte el descontento y el cansancio por un hecho repetido a lo largo de los años, por parte de aquellos que debieran ser ejemplarizantes con su ética.



La ética es educativa y moralizante, cuando es íntegra y coherente -por parte de los representantes de la sociedad, de la empresa, de la política, de la educación, etc-, y transmite los valores para ejercer una ciudadanía activa y en libertad. Si no, estamos hablando de otra cosa, que yo ahora mismo no le voy a poner nombre, lo dejo a la libre disposición del lector/a.



Este ejemplo, simple y sin grandes pretensiones, seguro que nos lleva a otros que forman parte de nuestro día a día ¿o no?. ¿En qué estas pensando?



Un saludo y gracias por dedicarme parte de tu valioso tiempo.


2 comentarios:

  1. Menuda jeta, aquí el que no corre, vuela.

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  2. Ja,ja,ja eres la monda machuquina....pero a veces la vida real supera a la ficción...

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