Estaba el
otro día feliz con mis pensamientos, y yo pienso que ellos conmigo, porque esto
funciona así. Es una cuestión de lo que nos ha tocado: Yo a ellos, y ,ellos a
mí. Cuando me llama una amiga por teléfono y me dice que entre en la web “Aguantadores
de pelmas” porque acababan de colgar una historia muy interesante sobre los
“amig@s virtuales” y sus correos electrónicos. Sí estas personas con las que
solamente tenemos una relación de tipo virtual y algún@s la llaman amistad.
La historia
es la siguiente:
“Ocho de la
mañana, una oficina cualquiera de una empresa cualquiera en un lugar cualquiera
contado en primera persona:
Estaba
cerrando un informe, atendiendo al teléfono, con cinco personas a la puerta de
mi despacho esperando a que las
atendiera, cuando observo en la pantalla
de mi ordenador, un correo electrónico banderilla roja ondeando con estilo
virtual –o lo que es lo mismo con carácter de correo “importantísimo”, de un
“friki” como dice una amiga mía, que ya llevaba yo tiempo intentando quitarme
de encima. Pero que debido a, o gracias
a, esta educación tan peculiar que me ha tocado, me resultaba imposible
mandarlo “a la mierda” o “a tomar por el
culo”–…..que a gusto me he “quedao” sólo de escribirlo….
Era un correo
lleno de reproches, petición de explicaciones, recriminaciones, exclamaciones,
pausas, interrogaciones, porque no había contestado en los últimos treinta
minutos a ninguna de sus chorradas varias y tampoco le había dado los buenos
días virtuales. El correo además, tenía cara de besugo. Sí, sí, como están
ustedes leyendo, porque los correos electrónicos tienen la cara de quien los
envía. Bueno de hecho, olía mal.
Al rato –muy
breve, por cierto-, no habiéndome yo recuperado todavía de semejante desvarío
electrónico, visualizo de reojo en la pantalla del ordenador, otra banderilla
roja; contoneándose de aquí para allá. Yo pensando, ¡no puede ser dos seguidas
y con el mismo ritmo!. Intrigada, cliqueo y….. ¡AY MADRE!, del besugo habíamos
pasado a la morcilla patatera, que asentía a todo lo que el besugo exponía en
su correo, pero con esa pastosidad previsible y repetitiva que le suponemos a
todas las morcillas patateras. Y…..espesa….muy espesa…
Pero hete
aquí, que algo que yo consideraba impensable en la gastronomía verbal-culinaria,
del e-mail se hizo carne…..bueno más bien guinda. La misma guinda para ambos:
besugo y morcilla patatera. Y decía lo siguiente:
“Pero que sepas que te queremos mucho, que nos tienes aquí para hablar
cuando quieras y que si te decimos esto es porque nos importas y porque somos
tus amigos. Pero como tú comprenderás no puedes estar treinta minutos sin
contestar a nuestros correos y no darnos los buenos días a primera hora”.
Toma ya!
…..toma ya!!.
Mis
amigos….me quieren….les importo….”.
Y esta era
la historia.
Me hizo
reflexionar.
Y yo añado lo siguiente:
Pues no. No
le quieren. No les importa. No son sus amigos.
Los amigos
son respetuosos, esperan en los silencios y acompañan cuando toca. No exigen,
ni pasan lista.
Los amigos
no dicen que son, son.
Los amigos no
escriben que están, están.
Para los
amigos el tiempo no resta, suma.
Los amigos
no piden explicaciones, no exigen, no recriminan.
Al amig@ no
es necesario ponerle límites o establecer fronteras, porque el respeto acompasa
los tiempos.
Los amigos,
sonríen, protegen, invitan a disfrutar, a vivir; empujan el ánimo con su
actitud cuando es necesario. Si tienen que celebrar, celebran; si tienen que
reír, ríen y si tienen que llorar, lloran. Son gestos, son actitudes.
Acompañan, siempre.
Ahora están
muy de moda las redes sociales, parte de nuestra vida la vivimos en formato
digital, las relaciones personales, profesionales, tienen una gran parte en
soporte electrónico o virtual. Pero como diría Platón, la esencia es el origen
de todo, la referencia.
Y la esencia
de la amistad sigue siendo la misma. La amistad tarda en forjarse, es como todo
lo bueno y de calidad, ha de mejorar con el paso del tiempo. Se fortalece con
las celebraciones, con las adversidades…..Se basa en el mimo y el cariño. En el
respeto.
Un amig@ no
lleva adjetivos. L@s amigos virtuales, l@s amigos del face, del twitter, de los
correos laborales. No son la esencia de la amistad, pueden serlo si confluyen
más cosas, pero no mientras lleven solamente alguno de esos adjetivos.
Dicen que
quien tiene un amigo tiene un tesoro. Y es cierto, porque el valor de la
amistad, por paradójico que parezca, aumenta cuando estamos rodeados de besugos
y de morcillas patateras.
No me atrevo a comparar la amistad con nada
porque es uno de los mayores regalos que nos podemos hacer unos seres humanos a
otros.
Y mis
condolencias al Besugo y a la morcilla patatera, porque juntos no hacen ni un buen “guiso”.